24 de Marzo de 2010,
La construcción de la
memoria es una responsabilidad permanente en toda la sociedad
Primera constatación: Desde nuestra perspectiva de sujetos históricos,
constructores del quehacer cotidiano, involucrados en la realidad, (último
cuarto de siglo XX y principios del XXI), percibimos el crecimiento y la
profunda convicción, de que cada vez son más amplios los grupos de la sociedad
argentina, que han incorporado a su conciencia el efecto producido por la acción
sistemática y dañina del estado y sus instituciones, dirigida específica e
intencionalmente hacia los sectores más dinámicos y esclarecidos de la
población. Del mismo modo se avanzó en este mismo proceso, a lo largo y a lo
ancho de América Latina.
A partir de lo
antes enunciado, se ha generado un fenómeno aparentemente contradictorio:
Por un lado, en este período, amplios sectores de la
comunidad han profundizado la búsqueda y la constatación de la veracidad. La profundización en la búsqueda de datos, remite
a la elaboración de un plan que se ejecutó desde el Estado, quien
paradójicamente tiene que ser el lugar de la protección y promoción de los
derechos de las personas; sin embargo mal utilizó esas atribuciones en contra
de las personas, en forma sistemática y planificada. La difamación, el robo, la
desaparición forzada y la sustitución de la identidad, el secuestro y la
tortura, la desaparición y el asesinato, se convirtieron en prácticas
habituales de organismos del estado y de las fuerzas armadas y seguridad, con
la anuencia de vastos sectores de la población civil.
Simultáneamente, aún hoy otro sector de la sociedad,
sigue adherido a la misma concepción violenta y se empecina en negar la
historia y los hechos sucedidos; o, en algunos casos, variantes sutiles de esta
misma cosmovisión. Las prácticas y planes tienen un fundamento en concepciones
culturales, políticas y económicas y sus argumentaciones parten de las
descalificaciones de algunos aspectos,
para ir por la justificación de lo ocurrido.
Este, que es nuestro pasado reciente, que tiene más
larga trayectoria en la historia de la humanidad, es un desafío pendiente para
construir la convivencia y los proyectos futuros desde otros parámetros, desde
otras convicciones, que seguramente tendremos que seguir construyendo y
consolidando en el seno de la ciudadanía.
Segunda constatación: hay sectores de la población (la franja más
conservadora), que tiene un fuerte apego por instalar culturas y formas de
organización en la sociedad donde haya un “orden”, pero, debe ser el que ellos
mismos militan, creen o les conviene, por
las razones que fueren. Algunas de ellas referidas a las formas de
organización social, otras referenciadas en las creencias religiosas. En otros
casos, las visiones económicas y el uso, la distribución y el goce de las
riquezas que produce toda la sociedad. Además se hacen presente, las crecientes
preocupaciones por la vida en nuestro planeta y más precisamente nuestro
entorno regional, la utilización de los recursos naturales, la creciente
integración de la mujer en todos los ámbitos de la vida cotidiana y con ello su
visión sobre la realidad, los conflictos y las formas de resolverlos.
Tercera constatación: Las etapas o períodos históricos de profundos
impactos, que producen cambios sin el necesario consenso, realizados en muy
poco tiempo, sin espacios para generar alternativas, se imponen por la fuerza
(con un componente de fanatismo y visión escatológica, cerrada y con fortísimo
componente de violencia física, sociológica y psicológica). Estas dinámicas
sociales cuando son planificadas desde el Estado, se transforman en una visión
totalitaria que arrasan todo lo que se opone a sus posturas dogmáticas y
pragmáticas.
Esta visión suele ser contagiosa, dado que las
fuertes convicciones atraen, y en tiempos de crisis sociales se buscan
soluciones mágicas (para la mayoría), soluciones que intentan resolver
múltiples conflictos para los sectores dominantes de la sociedad, soluciones
que por ejemplo permitan a las jerarquías eclesiales (conservadoras) “limpiar”
la fe religiosa de visiones exógenas y al mismo tiempo comprometerse con los
intereses dominantes de los sectores más poderosos, y por ello, descuidan la
atención de los más postergados , los excluidos.
En los sectores de mayor concentración económica,
esta fe militante, abonada por teorías del capitalismo depredador, buscan
destruir todo aquello, que desde las organizaciones sociales o sindicales
ofrecen resistencia a sus designios: el máximo lucro, en el menor tiempo
posible y con la mayor concentración que dé lugar. Y para el logro de estos
objetivos no hay límites en la elección de los métodos, lo importante es
alcanzar los fines.
Cuarta Constatación: El continuo accionar de organizaciones sociales de
la comunidad y organismos de Derechos Humanos, como por ejemplo “Madres de
Plaza de Mayo”, “Abuelas de Plaza de Mayo” e “H.I.J.O.S.”
y sectores que comparten estas visiones desde los diversos lugares de la
sociedad y de los poderes constitucionales del Estado, han producido un
desplazamiento y movilización que ha permitido: 1) la instalación en la agenda
de los temas pendientes y a resolver por el conjunto de la sociedad y por los
organismos específicos del estado. 2) la recuperación de la identidad de un centenar de nietos, que los apropiadores no les permitían el conocimiento
de su verdad histórica, ni la de sus padres, hermanos y familiares. 3) la
creciente movilización en búsqueda de verdad y justicia, proceso que ha tomado
cierto dinamismo y que abarca diversas zonas del territorio nacional. 4) un
incremento en el inicio y avance de procesos judiciales contra los responsables
y ejecutores de este plan de exterminio en la sociedad argentina. 5) una mayor
conciencia en la ciudadanía, sobre las responsabilidades de otros actores partícipes
y cómplices (nacionales y extranjeros) del macabro plan finamente concretado.
6) este proceso largamente reclamado, y a pesar de sus evidentes grados de
avance, es incompleto, además de insuficiente para transformar la realidad de
injusticia social en que nos ha tocado vivir.
Frente a esta
realidad, que tiene múltiples lecturas en lo que nos ocurre todos los días, es
nuestra responsabilidad como generación producir una necesaria toma de posición
en la sociedad a través de la construcción y la constante recurrencia sobre la
memoria colectiva y personal. El apropiarse del proceso constituye una
oportunidad singular para el análisis y la reflexión acerca de la defensa
permanente del estado de derecho, la lucha constante contra todo tipo de
autoritarismo, la vigencia, cada vez más plena de los Derechos Humanos de todos
los ciudadanos y habitantes de nuestra patria grande,
Aurora Beatriz García y Rubén Alberto Moscatelli