El Lunes
22/02 el gobierno provincial presentó, finalmente y luego de un conflicto que
se profundizó desde mediados de 2008, una propuesta de recomposición salarial.
Una vez más, los trabajadores de la educación
que con nuestras opiniones y compromiso en la defensa de nuestros derechos le
damos razón y sentido a AGMER, estamos ante un escenario difícil y complejo,
donde tenemos que tomar decisiones trascendentes. En el marco de más de 30 años
de historia de lucha, no será ésta ni la primera, ni la última vez que como
colectivo organizado debamos afrontar la responsabilidad de acordar un
posicionamiento en donde se ponen en consideración nuestras urgencias y
necesidades.
Nos parece necesario, entonces, recuperar
desde AGMER Uruguay una serie de principios y definiciones que en estos años
hemos venido sosteniendo en cada escuela, cada asamblea departamental y en los
Congresos de nuestra entidad, como aporte para la reflexión colectiva, que nos
ayuden a encontrar elementos valiosos para analizar y acordar el mejor mandato
de cara a la asamblea resolutiva departamental:
a) Nada, absolutamente nada, les
entregado a los trabajadores gratuitamente. Por el contrario: para que exista
recomposición salarial, mejoras en las condiciones sociolaborales, etc.
previamente se generó un proceso de lucha en la búsqueda de lograr esas
demandas. En este modelo de sociedad, en donde lo hegemónico es el poder del
capital financiero, la patronal en sí misma rara vez por propia iniciativa
beneficia a los trabajadores. Cuando lo hace (sea mucho o escaso dicho
beneficio) es porque se desarrolló un proceso de conflicto de cierto sector
social que no ve satisfechas sus demandas.
b) En esta confrontación intervienen
(para el caso docente) centralmente dos actores: los trabajadores y la
patronal. Cada uno son construcciones dinámicas, es decir, en determinados
momentos históricos se fortalecen, en otros se estacan y en otros se debilitan.
Por eso es importante, en todo proceso de lucha, reflexionar constantemente en
cómo se encuentra la patronal que confrontamos, y, principalmente en qué nivel
de fortaleza transitamos los trabajadores, en una disputa que nunca es lineal
ni de la misma intensidad. Por eso nos parece clave la siguiente definición que
cada vez que tenemos la oportunidad la volvemos a reiterar: todo
contexto de lucha debe contener un equilibrio entre el máximo de fuerza, el
máximo de unidad, el máximo de consenso social.
c) Las experiencias de luchas
acumuladas por el sindicalismo docente, dejan en claro la necesidad de un
pensamiento estratégico cada vez más elaborado, a los efectos de poder
intervenir con mayor capacidad de conquista, en los escenarios donde se dan las
luchas.
En la medida en que el conjunto de
los docentes podamos continuar dando un salto cualitativo en nuestra capacidad
de debate de éstas cuestiones, escuela por escuela, sin dudas estaremos
conquistando un mejor futuro para nosotros, para nuestros hijos, para nuestra
sociedad.
A partir de estos elementos, que nos
invitan a compartir un análisis profundamente estratégico y con las
convicciones ancladas en las necesidades e intereses de los trabajadores, es
desde donde creemos debemos posicionarnos para analizar no solo la oferta
salarial realizada por el gobierno, sino además qué escenario estamos
dispuestos a construir desde el conjunto en el corto, mediano y largo plazo.