A la memoria de Diana Almada
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Compañera, compañera Compañera, compañera … así como de las zambas de Tejada Gómez que te tarareabas. Sencillita, leal, sincera, transparente. No puedo menos que decirte que cualquiera que caminara un poco a tu lado quedaba a obligado a ser mejor. Sencillita, leal, sincera, transparente, compañera, compañera. Tan alejada de los sueños frustrados de burguesitas prolijas en las salas de profesores … Militante, corajuda… tormentas, heladas, tres cuatro de la mañana para viajar a una marcha o a un congreso, lo mismo para volver, siempre estando, siempre bancando … pantaloncitos, poullover escotenvé, manitos en los bolsillos, un pucho y revoleada de ojos cuando escuchabas boludeces; si me habrás echado esas miradas para marcarme un desacuerdo ! … alcanzaba para que entendiera Diana, no quedaba otra que decirte “tenés razón, ¿qué querés le haga?” … Años congresal de AGMER. Espero los compañeros recuerden que Diana Almada, la profe de literatura, allí sencillita, leal, sincera, transparente, compañera, compañera, los honró con su presencia… y bancó debates, marchas, volanteadas… siempre con lo suyos, cuidando de los suyos, cobijando a los suyos y peleando también por los otros. “Tantas farras lindas, tantos amigos”… hasta allí nos llevabas una diferencia de paladar (erámos muy jóvenes y en las juntas tomábamos cerveza)… revoleabas los ojos, manitosenlosbolsillos poulloverescotenvé y decías “vino”, que traducido era “¿cómo estos tiernos militantes sindicales toman cerveza?”, tu sentencia de paladar sabio indicaba: “la vida está al costado de la inmediatez, de las urgencias, de la apariencias”. Cuéntanos, de nuevo, las historias del norte al que siempre volvías escapándote sin avisar; o las historias de tus viajes (recién me recuerda Araceli de uds. con las banderas del sindicato en el Congreso Pedagógico en Cuba); o las de poetas entrerrianos; o cuando adolescente escapabas de tu casa en los camiones de la jotapé … No te preocupes, tus secretos están bien guardados, … los otros no se van enterar pues sólo podrían si tuvieran oídos, y de eso parece que hay poquito. Si, tenés razón cumpa, orejas hay muchas, bocas sin palabras también. Lejos de las sombras de los pasillos de las escuelas, de las sombras de la aulas, de los sueños frustrados de burguesitas (y burguesitos) prolijas (histéricas, insatisfechas, temerosas, ignorantes aún en el lugar del saber...) en salas de profesores; aún ahora, acá, sencillita, leal, sincera, proletaria, transparente, compañera, compañera, sigues caminando con nosotros, con tus gurises de las escuelas, con tu familia, recorriendo el más privilegiado de los espacios del andar: la memoria. A nosotros no nos queda otra Diana, temerosos de que nos vuelvas a revolear los ojos, que honrarla. Tu cumpa, Alejandro |
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