Querida colega, compañera:
Hoy tengo la imperiosa necesidad de compartir con vos, esta mezcla de
sentimientos que me invaden: dolor, impotencia, angustia y hasta porque no
hartazgo…
Pero estoy intentando ponerme una coraza.
Trato de no: sentirme en al piel de mi compañera cuando ahogada llora en la
sala de maestros porque su sueldo no le alcanza para mantener a su familia o
cuando debe truncar el futuro de su hijo porque no puede pagarle los estudios
deseados.
Trato de no: pensar en aquellos padres
que quieren hacernos responsables de que su hijo sea un número más en la
deserción escolar porque no tienen zapatillas, cuadernos, guardapolvo y sin
dejar de ser culpables también de que no aprenden… y bueno como aprender si su
cabecita está en el comedor.
Trato de no: enojarme cuando les pido
que nos acompañen en la lucha por un lugar donde se pueda educar dignamente a
nuestros niños sin caer en la bajeza del conformismo, del parche y del
remiendo, y como si esto fuera poco tener que escuchar aquella tan hiriente
frase: “¡Y ahora! ¿Por qué hacen paro? ¿Por qué lo hacen?
Pero a decir verdad trato, trato y
trato…No puedo dejar de ponerme en la piel de mi compañera…No puedo dejar de
pensar en las carencias de mis niños… No puedo dejar de enojarme por la
indiferencia.
Pero lo que si puedo asegurarte con
total firmeza es que todos estos sentimientos son el motor que me impulsa a
seguir la lucha día a día y la que no me dejará bajar los brazos.
Adriana
Bianchi. Esc. Nº 113