Palabras por el día del Maestro

  Docentes y alumnos: estamos hoy en vísperas de un aniversario más del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento y, por ende, de la celebración del día del maestro.

            Es Sarmiento una de las figuras mas controvertidas de nuestra historia, sería motivo de largos debates analizar sus características políticas e ideológicas e inclusive el discutir si es justo o no que sea el aniversario de su fallecimiento el día elegido para conmemorar el día del maestro. No es por supuesto un acto escolar el lugar en el cual dar esta discusión para la cual es necesario hacer todo un estudio de época que es imposible de realizar en breves minutos.

            Es si el acto escolar el lugar necesario para reflexionar juntos acerca de lo que significa celebrar el día del maestro.

            Ante todo es necesario hacer una aclaración: Cuando hablamos de maestros en realidad no nos estamos refiriendo solo a las queridas maestras de la escuela primaria, sino que este día es también propicio para saludar a todos los docentes puesto que si bien dentro del calendario existen el día del profesor, del preceptor, del bibliotecario, etc., el día del maestro se transformó, por obra y gracia de la tradición y de la dinámica del mundo actual, en el día propicio para saludar a todos los docentes.

            Además, y por suerte, desde hace ya bastantes años han sido dejadas atrás supuestas divisiones que había dentro de los trabajadores docentes: desde la más cruda concepción conservadora neoliberal se pretendía dividir a los docentes y ponerlos en compartimientos estancos separados totalmente entre sí: maestros primarios por un lado, profesores de nivel medio por otro, maestros de taller totalmente aparte, profesores universitarios por otro, bibliotecarios aislados, preceptores en otro lugar, a los directivos colocarlos como patrones y no como compañeros de trabajo. Pero por suerte esas divisiones han sido superadas y hoy los trabajadores de la educación sabemos que todos los docentes estamos en el mismo barco, somos merecedores de la misma dignidad, debemos luchar juntos por nuestros derechos y debemos sentirnos agraviados cuando un sector de la docencia no es respetado.

            El haber derrotado esa concepción conservadora y retrograda y el sentir a los demás docentes como colegas, ni superiores ni inferiores a nosotros, es sin duda uno de los  mayores triunfos históricos de la docencia argentina.

            Vivimos, desde hace años, tiempos en que ser docente no es fácil. Cada vez nos hemos recargado más de funciones debido en gran parte al abandono por parte del Estado de sus obligaciones, como si eso fuera poco a nadie escapa que la consideración social del docente no es la que merece. Basta mencionar que cuando el sector docente plantea un reclamo por sus derechos recibe criticas de los mas diversos sectores, aparecen opiniones y cartas de lectores en distintos medios de comunicación, muchas de ellas anónimas o  con nombres falsos; también hay padres, bienintencionados tal vez, que plantean la necesidad de no interrumpir el servicio educativo sin advertir que la educación no es un servicio sino un derecho social que está en riesgo por la falta de inversión estatal. Y que si ese derecho social está siendo recibido por sus hijos es en gran parte debido al esfuerzo y sacrificio de los docentes.

Docentes que abren las escuelas a pesar del deterioro edilicio, que logran que se mantengan limpias aunque no existan las partidas presupuestarias correspondientes, que colaboran en comedores escolares, que ayudan a sus alumnos con el material didáctico, que día a día no se preocupan solo por la instrucción de los chicos y adolescentes que están a su cargo, sino que se preocupan también por otros derechos básicos de sus alumnos: la higiene, la salud y hasta la alimentación.

             No se puede dejar pasar este momento sin aprovechar la oportunidad para expresar a nuestros alumnos el respeto y el cariño que sentimos por ellos. Decirles que cuando un docente les hace un llamado de atención, les aplica una sanción, lo hace con la intención de corregir una conducta que a su juicio es equivocada; muchas veces a sus profesores les duele pedir amonestaciones o poner un aplazo en la libreta.

 No son esos nuestros objetivos, el objetivo de la educación es hacer de cada uno de los alumnos de hoy hombres de bien, que sepan defender sus derechos y cuidar su salud, que tengan competencias laborales que le sirvan a su vez para ser personas libres y vivir con dignidad. El logro de esos objetivos demanda un gran esfuerzo de parte de los docentes y también de los alumnos; si ambos no hacen el esfuerzo tenemos por resultado el fracaso escolar.

            Debemos decirles que en estas épocas de magros salarios y criticas despiadadas por parte de algunos sectores muy poderosos los docentes tenemos un motivo grande para festejar el día del maestro, ese motivo es ver que muchos de quienes fueron nuestros alumnos hoy son hombres de bien, estudiantes y trabajadores que se ganan la vida con dignidad y honestidad.

Cada vez que vemos a uno de nuestros ex alumnos que triunfo en la vida, y por triunfar entendemos no que sea millonario sino que sea feliz, decente y honesto, cada vez que vemos eso sentimos alegría y esa alegría nos da fuerza para continuar con nuestra actividad.

Por último no podemos dejar de mencionar en este acto que mas allá de la celebración y la felicidad por el día del maestro a los docentes de la Argentina toda nos dura todavía la sensación de bronca e impotencia que sentimos en los primeros meses del año cuando las tizas se mancharon de la peor manera, cuando se mancharon de sangre. No escapa a nadie el saber que este día del maestro habrá un docente menos celebrando porque hay un docente más victima de la represión. Seguramente en cada acto y en cada celebración que se haga por el día del maestro habrá un momento para recordar también, con un dejo de tristeza, a Carlos Fuentealba.

 

Gustavo Blanc

Concepción del Uruguay

Entre Ríos, Argentina

 

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