Las malas palabras a la orden del día.

Sofía de Lourdes Fernández – AGMER Filial Basavilbaso

 

La astucia de los gobernantes muchas veces han llevado al pueblo a caer en viles trampas urdidas también por honorables y abnegados ciudadanos, que a la hora  de ser opositores no miden ni analizan con quienes se están aliando. Ejemplos de esto abundan en la historia de nuestro país y de Latinoamérica y lo he vivido. En los años en que mi generación  (tengo 44) concurría a la escuela se nos negó estudiar la verdad social, los acuerdos sombríos entre políticos, nos vedaron libros, autores y los padres ¿dónde estaban? ¿Qué enseñaron a sus hijos? Hoy tienen mi edad o menos, muchos de los que están protestando porque no tienen clase sus hijos, y al igual que aquellos están escondiendo la verdad o ignorándola. Los que luchamos por el bienestar de nuestros hijos, sabemos y denunciamos las anomalías que los dirigentes hacen en nombre del Estado porque en nuestra infancia y adolescencia tuvimos padres involucrados en la realidad social, que no se arrancaban las vísceras por un puesto ni buscaban agradar al político para “sacarles” algo. Muchos tuvimos padres involucrados gremialmente, luchando con sus compañeros de trabajo por un lugar digno, por una escala salarial mejor, para tener una casa, comodidades, vivir como seres humanos, y también los vi derrotados, con telegramas de despido por pertenecer a un partido político, denunciados por sus compañeros que querían su puesto, pisarlos para ascender.

Vi el miedo de mis profesores que no eran mucho más grandes que yo, pero se callaron, escondieron los libros, nos censuraron el sustantivo propio PERÓN porque estaba muy repetido en una monografía y aunque no nos cambiaron la nota, la supimos defender.

Hoy las malas palabras parecen que son gremio, trabajador de la educación, maestro, profesor, recomposición salarial, lucha trabajadora. Y otra expresión, “aumento de impuestos”, con los que seguramente alguno de nosotros terminará linchado y ahorcado en la plaza, pues vamos a ser los culpables. ¿No será que quieren reponer lo que regalaron antes de irse del gobierno, para que las cuentas cierren un poco mejor? ¿No será que el gobernador electo está exigiendo una caja que no existe? ¿No será que es excelente tener un pueblo poco alfabetizado para manejarlo mejor? ¿No será que estas protestas de padres poco informados les da pie a los dirigentes para sacarnos más dinero del que dan a la sociedad en obras? Porque la desocupación ha bajado su índice pero con subocupados, con gente que igual tiene que ir a centros comunitarios a comer o mandar a sus hijos a la escuela, pero no le interesa si es a estudiar, van a comer, esa es la necesidad, a que alguien les de un poco más de atención, la atención que sus padres no pueden darle.

Estimados padres (a los que no son docentes, por supuesto), estimado vecino, cuando nos referimos hoy, al trabajador docente no estamos hablando de un “sueldo extra” en el hogar, estamos hablando “del único sueldo” en muchísimos casos, sostén de familia, para vivir; por eso les pediría que analicen  cada paso que dan a favor o en contra de otro ciudadano o mejor dicho para apoyar o denostar a otro trabajador del Estado. Ya nos han mentido demasiado y en muchos casos los juicios a favor de unos o en contra de otros se han llevado vidas en nombre de esas luchas. Nos han mentido tan bien que nuestro país tiene más años de dictadura que de democracia, de opresión que de libertad. No somos quienes mienten a sus hijos, no somos los que no queremos trabajar, si ese es el cuestionamiento. La escuela está colmada de problemas solucionables si hay inversión por parte del Estado, y eso, los docentes lo sabemos, por eso lo estamos pidiendo. Los chicos no tienen materiales porque sus padres no tienen trabajo y de eso se tiene que hacer cargo el Estado porque hay muchos que no tienen un gremio al que pedirle las soluciones, los maestros no podemos ayudar más pues nuestros bolsillos están vacíos. No nos negamos a estudiar, es que todas las actividades que realizamos no nos permiten hacerlo, nuestro sueldo no alcanza para buenos libros disciplinares, solo para alguna revista o publicación barata, no podemos pagar viajes a facultades que sí proporcionan capacitaciones, talleres, conferencias, solo nos alcanza para comer.

No somos rebeldes sin causa, simplemente somos padres y madres como Uds., no queremos sueldos de $5000, subsidios, viáticos abultados, solo pedimos un salario digno que nos permita vivir bien, sin deudas, sin tener que pedir fiado o cuotas por una zapatilla o guardapolvo.

Y seguramente alguno de Uds. dirá -hay muchos que tienen menos que éstos- y sí, nuestros alumnos a quienes no los dejamos sin nada, les damos lápices, los libros con los que estudian y buscan información, biromes, hojas, fotocopias que la mayoría no paga (hasta hijos de funcionarios que ganan más que el maestro) y eso sale del sueldo del docente.

Por eso hoy saber de qué lado se está es poder dormir tranquilamente, es poder mirar a cualquier persona a los ojos y seguir hablando en voz alta, sin bajar el volumen, con la frente en alto y amplia (y no por calvicie), amplia de ideas, de políticas educativas, de soluciones reales.

El gremio que hoy critican está llevando en alto la solicitud de las bases, que se discuten en un Congreso, no se acuerdan nombres y puestos y medidas a puertas cerradas en ningún despacho, y tampoco los docentes consentimos cualquier cosa que decidan los compañeros que votamos como representantes, porque son representantes, no dueños de nuestro destino y de nuestros sueños y aspiraciones.

Por eso la cautela, la medida en las críticas, el análisis objetivo de las situaciones nos hubieran ahorrado muchos dolores de cabeza en el pasado. Ponerse del lado de los docentes hoy, es estar del lado de quienes con virtudes o defectos están luchando por un lugar de importancia para la educación entrerriana, por la tan enunciada y nunca cumplida profesionalización, por mejor preparación para el trabajador y sus alumnos, para equipamiento para todas las escuelas, no para las privilegiadas por un puñado de legisladores. Estar del lado del docente es comprender cuánto tiempo les roba a sus propios hijos para dedicárselo a los hijos de otros, para enseñarles, instruirlos, aprendiendo con ellos, acompañarlos en sus problemas, muchas veces sin ningún acompañamiento de nadie. Estar de lado del docente en este momento es luchar por mostrarles a los chicos una escuela distinta, una escuela que pueda competir con la sociedad, y sobre todo que le ofrezca a la sociedad seres humanos competentes para mejorar el futuro y buscar la tan ansiada equidad.

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