16 DE
SEPTIEMBRE DE 2012: A 36 AÑOS DE LA NOCHE DE
LOS LÁPICES
“LOS
LÁPICES SIGUEN ESCRIBIENDO”
Un poco de Historia
L
a década del sesenta y la primera mitad de la década del setenta se
distinguieron por la amplia participación de los jóvenes, como rasgo distintivo,
en movilizaciones en calles, puebladas y
universidades a lo largo de todo el país. La oposición a la dictadura de
Onganía (1966-1969) fue el catalizador de esta activación política cada vez más
extendida, lo que implicó el surgimiento de múltiples agrupaciones cuyo punto
en común fue la lucha contra las desigualdades e injusticias sociales
conjuntamente con la reivindicación de la liberación nacional y la lucha contra
el imperialismo.
Las
escuelas secundarias y universidades fueron parte de este proceso,
convirtiéndose en espacios en los cuales se desarrolló una intensa actividad. A
temprana edad muchos jóvenes comenzaron su inserción política a través de
distintos ámbitos de expresión y acción, como por ejemplo, los centros de
estudiantes. Las tomas de los edificios, las asambleas, las volanteadas y
pintadas ocurrían a diario en los establecimientos educativos más movilizados.
A
principios de los setenta, existían varias agrupaciones de secundarios que
respondían a diferentes extracciones políticas de la izquierda. Algunas de
ellas eran:
JG
(Juventud Guevarista) vinculada al PRT
(Partido Revolucionario de los Trabajadores) de extracción marxista.
UES
(Unión de Estudiantes Secundarios) vinculada a Montoneros, de extracción
peronista.
FJC
(Federación Juvenil Comunista) ligada al Partido Comunista Argentino
JS
(Juventud Socialista) del Partido Socialista
GESA
(Grupo de Estudiantes Socialistas Antiimperialistas
JRR
(Juventud Radical Revolucionaria) del Partido Radical.
El
sistema democrático incipiente no logró canalizar la intensa movilización
política ni tampoco frenar la violencia. Durante el gobierno de Perón la
intensa actividad política de los sectores de izquierda provocó la reacción de
la ultraderecha que se expresó en la
formación de la Triple A hacia fines de 1973. La muerte de Perón en1974,
aceleró el proceso de derechización del gobierno y la represión a la guerrilla
y la izquierda en general se acentuó; siendo el ámbito educativo un objetivo
privilegiado.
Las
marchas por el boleto estudiantil se
dan en este contexto de alta
conflictividad política y social y creciente violencia. Sin embrago esta no fue
la única actividad política que llevaron a cabo los militantes secundarios.
La noche del 9 de junio de 1975 (la triple A),
secuestró en su departamento de La Plata a Ramón (Chilo) Zaragoza hijo de
nuestra ciudad , estudiante regular de
5º año de la Carrera de Bioquímica y
presidente del Centro de Estudiantes y militante de la Federación
Juvenil Comunista. Chilo fue encontrado muerto y con varios itakazos, en
Berisso
En
1975 aparece asesinado por las AAA “Patulo” Rave, dirigente de la UES, estos
son solo dos ejemplos de la escalada represiva que se había iniciado.
El
golpe del 24 de Marzo de 1976 significó la agudización de esta tendencia. Lo que hoy se conoce como la Noche
de los Lápices fue parte del plan represivo puesto en marcha durante la
dictadura.
El
16 de septiembre de 1976, grupos de tareas conducidos por el general Camps
secuestraron a:
Claudia Falcone (16 años), Francisco
López Montaner (16 años), ambos estudiantes del Colegio de Bellas Artes, María
Clara Ciocchini (18 años), ex estudiante de la Escuela Normal Superior de Bahía
Blanca, Horacio Úngaro (17 años), Daniel Racedo (18 años) ambos de la Escuela
Normal N° 3 y Claudio Acha (18 años) estudiante del Colegio Nacional del UNLP.
Todos militantes de la UES. Pero no fueron ni los primeros ni los últimos
estudiantes secundarios secuestrados. Gustavo Calotti, del Colegio Nacional
(UNLP), fue llevado el 8 de septiembre. Víctor Triviño, estudiante de “La
Legión”, el 10 de ese mes. A su vez, el 17 de septiembre fueron víctimas de la
represión Emilce Moler y Patricia Miranda, ambas de Bellas Artes (UNLP). Lo
mismo ocurrió con Pablo Díaz, otro estudiante de “La Legión”, el 21 de septiembre.
Y hubo otros la extensa lista está integrada por alrededor de 340 adolescentes
de todo el país. La mayoría de ellos continúan desaparecidos.
De
este modo la escuela, que antes había sido un espacio atravesado por el debate
político y la movilización, se transformó en un blanco prioritario para la
represión y fue pensada también como u dispositivo de esta. Para las Fuerzas
Armadas la institución escolar era un lugar para el adoctrinamiento y
disciplinamiento social, allí se formarían “los nuevos ciudadanos argentinos”
portadores de aquellos valores que el régimen tanto pregonaba.
Estos
jóvenes perseguían un cambio social e
intentaban construir un orden social más
justo, poniendo en juego sus propias vidas, por ellos continuamos reclamando
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA.
Pero
la semilla que sembraron estos jóvenes
no murió, por eso estamos convencidos que LOS LÁPICES SIGUEN ESCRIBIENDO. Y lo
hacen a través de tantos jóvenes
que en toda Latinoamérica luchan por la
igualdad, la justicia, la calidad y gratuidad de la educación, la libertad de expresión. Jóvenes
organizados en centros de estudiantes, en organizaciones sociales o
políticas cuya labor prácticamente no se
refleja en los medios de comunicación dominantes. Que trabajan para la
construcción de una verdadera democracia participativa y la justicia social eje esencial de una verdadera democracia.
Secretaría de Derechos Humanos – Agmer Seccional Uruguay