REPARTIENDO, REPARTIENDO
“Un reclamo en la
plaza equivocada”
Reclamos salariales y
distribución de la riqueza son los ejes que hoy están en juego entre quienes
hacen el gobierno y quienes siguen siendo trabajadores directos.
Recortando el área de análisis, sólo
me voy a referir al reclamo docente entrerriano y al incremento de las dietas
de los que deciden los salarios de los trabajadores de la educación, y de todos
los empleados públicos.
“Día no trabajado, día no
cobrado”; sentencia que parece ser justa cuando está sustentada en un aparato
publicitario, sin rival en cuanto a lo destinado presupuestariamente
para tales fines y cobrando poder en lo demagógico, cuando se le dice a la
sociedad, mediante un constante bombardeo publicitario: “Respetamos el derecho
a la huelga y el reclamo; pero no podemos financiarlos”. Gran estrategia
lingüística para no respetar un derecho y, mejor aún,
para poner en contra del resto de la población al sector reclamante. Tan
brillante como trillada, igual que la pancarta oficialista de varios otros
gobiernos que decían a la opinión pública: “los que siempre pierden son
nuestros niños”; esos niños que mañana serán los adultos que, si las cosas
siguen igual, utilizarán su derecho a protestar para obtener un justo salario
que les permita alimentar, vestir, educar y hacer que crezcan en un ambiente
digno a sus hijos.
Volviendo atrás, y siendo justos con
los controles y/o los aportes de granitos de arena para engrandecer nuestra
tierra, calidad de vida, etc. pregunto: ¿quién o quiénes controlan “el día no
trabajado” de los que deciden?; ¿quién o quiénes deciden que se les dé o no
aumento de salario?; ¿quién o quiénes evalúan la idoneidad para ocupar los
cargos directivos y/o gerenciales que ocupan?
Humildemente sugiero a los docentes
entrerrianos –y por qué a cualquier otro trabajador- que no pidan una mejora
salarial, sino la igualdad para la autonomía en la toma de decisiones
trascendentales que afectan al presente y futuro de cada uno y de los nuestros.
Si la legislatura es capaz de imponerse sus propias dietas y erogaciones para
un bienestar justo y acercado a lo que la realidad económica del país demanda,
el resto de los trabajadores que hacen a la construcción de la provincia
deberían tener el mismo derecho, considerando que el derecho a protestar es
malversado.
Estamos frente a un hecho histórico
como el de la reforma de
Esto no deja de ser más que un
manifiesto cargado de ironía y realidad para ver si de una vez por todas, los
representados gremialmente y los gobernados, nos decidimos a exigir en forma
seria y participativa a los representantes gremiales y a los gobernantes de
turno, el necesario cambio de nuestra calidad de vida y de la de nuestros
hijos.
Ramiro A. Maradey